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martes, junio 29, 2004

El niño campeón

por Ommo Grupe (R.F.Alemana)

Traducción: por Héctor V. Morel

Este es un enfoque estrictamente educativo, relacionado con el problema de la práctica deportiva infantil de alto nivel. Se exponen los argumentos que sostienen los diversos juicios expresados sobre la práctica infantil de alto nivel, advirtiéndose en ellos como criterio para su refutación o su defensa, que se usa el mismo concepto consistente en "aquello que es apto para el niño".

Se profundiza este concepto y se afronta la tarea crucíal planteada a la educación del deporte infantil de alto nivel: disminuir los problemas causados al niño y trabajar a largo plazo en procura de la erradicación de estos problemas. Analízanse, además, las consecuencias derivadas de estas tareas.

LA PRACTICA INFANTIL DE LOS DEPORTES DE ALTO NIVEL DESDE UN PUNTO DE VISTA EDUCATIVO

Introducción

En este trabajo nos ocuparemos del deporte infantil de alto nivel y no del deporte competitivo de los niños. Como se verá, hay una diferencia que se subraya, por nuestros comentarios y sus consecuencias.

El deporte infantil de alto nivel á examinado desde un punto de vista Estrictamente educativo, y no psicológico o médico. Como veremos, también este elemento es importante.

Un punto que no debe descuidarse es que estamos hablando del deporte de alto nivel de los muy jovencitos y, por ende, debemos distinguir entre esta forma de práctica y el deporte competitivo normal.

La que tomamos en consideración es la promoción deliberada de un entrenamiento sistemático, de programas planificados de competición en el período de la infancia, con la correspondiente organización de la vida cotidiana y del ambiente social, efectuados con el interés específico de conducir al niño, sobre una base de largo plazo, a los máximos resultados deportivos.

Aunque no siempre es posible una distinción entre deporte infantil de alto nivel y deporte competitivo, sus precondiciones y las consecuencias correspondientes deberán diferenciarse. Esto plantea varios problemas educativos discutidos abiertamente en muchos países. Pero sólo una escasa porción de esta discusión se condujo sobre lineamientos puramente pedagógicos, o sea, argumentada desde un punto de vista educativo.

Esto es sorprendente y podría inducir a creer que la situación no plantea serios problemas educativos.

Cuantitativamente, es una evaluación correcta. De hecho, es relativamente bajo el número de niños que practican deportes competitivos de alto nivel, y no simplemente deporte.

La variedad de los deportes que practican o deben practicar es bastante reducida. Predominan el patinaje artístico, la gimnasia rítmica, la gimnasia artística y la natación.

Sin embargo, no se descuida que también otros deportes, como el teñís, demuestran tendencias parecidas. Empero, en el caso de otros deportes se comprendió que el apartamiento en la infancia de la fase de entrenamiento y de competición de : Alto nivel no es útil, por motivos técnicos y de entrenamiento y desde el punto de vista de las motivaciones.

De hecho, no parece que una especialización precoz lleve inmediatamente a un rendimiento de alto nivel. En todo caso, las consideraciones educativas que proponen una interrupción de esta práctica infantil comúnmente no son instrumentales.

Empero, si examinamos la cuestión de la práctica infantil del deporte de alto nivel, no desde el punto de vista cuantitativo, sino desde el punto de vista cualitativo, o sea, basándonos en valores educativos, entonces la cuestión educativa debe plantearse aunque concierna a un número no elevado de niños .

Por ejemplo, ¿qué consecuencias implica para los niños la Introducción, en su Infancia, de un deporte planificado, organizado y condicionado por los adultos?

¿Qué hay de educativo en esto, y cuál criterio puede usarse para determinar si es útil o perjudicial , apto o no apto para el desarroHo del niño? ¿Qué problemas educativos surgen en este contexto?

Se pueden individualizar varios problemas. En varios niveles. Ante todo, en un nivel más sistemático, los problemas corresponden a la función y la capacidad de los argumentos educativos relacionados con el deporte infantil de alto nivel.

En segundo lugar, los problemas se colocan en un nivel más orientado hacia los contenidos y consideran el juicio pedagógico sobre el deporte de alto nivel practicado por los muy jovencitos y las conclusiones que pueden extraerse .

Examinaremos esto en cinco puntos.

1. Hablaremos de los problemas del deporte infantil de alto nivel desde un punto de vista estrictamente educativo.

2. Expondremos los argumentos con los cuales se sostienen los juicios opuestos sobre la práctica deportiva infantil, incluido el hecho de que, en ambos casos, se usa el concepto de apto para el níño como criterio para desecharla o defenderla.

3. Puesto que el argumento "apto para el niño" puede usarse aparentemente para juicios completamente diversos, nos ocuparemos más pormenorizadamente y plantearemos el problema de cómo debe determinarse la responsabilidad educativa, en este contexto.

4. Examinaremos, luego, la doble tarea impuesta al educador, que debe disminuir los problemas causados al niño y, sirnultánearnente, trabajar para obtener, a largo plazo, una situación en la cual estos problemas no se planteen para nada desde el comienzo.

De esto derivan dos grupos de consecuencias que analizaremos como quinto y último punto.

1. LOS PROBLEMAS DEL DEPORTE INFANTIL DE ALTO NIVEL DESDE UN PUNTO DE VISTA EDUCATIVO

Como muchas otras cosas que le crean problemas a la infancia, por ejemplo la televisión, etc., la práctica deportiva infantil de alto nivel no nace por razones educativas. La discusión sobre ella refleja, y no sorprende, la dificultad de analizar el problema desde un punto de vista educativo.

De hecho, este análisis puede realizarse sólo "a posteriori", y los argumentos en favor y en contra, sólo pueden proponerse cuando los niños tienen realmente los problemas o se piensa que los tengan.

El interés principal del deporte de alto nivel (como sistema social) no es solamente de naturaleza educativa o, por lo menos, no es ésta el elemento fundamental. Su interés reside, ante todo, en su conservación como sistema y en el continuo mejoramiento de los resultados deportivos, siempre ligado a razones culturales, políticas e ideológicas.

A veces, los argumentos educativos, sin embargo, son útiles si sirven para preservar y mejorar el sistema. Empero, otras veces, no son agradables porque tienen una acción de perturbación sobre el sistema, o mejor dicho, no son funcionales en su conservación y su desarrollo.

Para alcanzar este objetivo de conservación del sistema y mejoramiento constante de los resultados, por lo menos en los tipos de deportes que hemos citado, se apartó en el período de la infancia la práctica de alto nivel, con su entrenamiento particular, con sus exigencias de competición.

Esta es una exigencia de los adultos. Los niños jamás pensarían en someterse a una forma tan organizada de deporte que busca un resultado a largo plazo, y a la organización del programa cotidiano, semanal y anual necesario para obtener un resultado de alto nivel. Esto no quiere decir que los niños no se alegren con los resultados que obtienen.

No obstante, el proceso que lleva a estos resultados y a mantenerlos requiere una planificación precoz de la vida infantil y una notable auto-organización que los niños no pueden brindarse por sí solos. De manera que es necesaria la asistencia de padres, profesores, entrenadores, médicos, sociedades deportivas y federaciones.

Esto contiene aspectos importantes, desde el punto de vista educativo. Empero, los deportes de alto nivel no son una creación pedagógica como la gimnasia para los niños. Si al problema se lo contempla de este modo, se comprende por qué es tan controvertida la discusión que nace del desarrollo y de la difusión de una práctica de alto nivel infantil. Se comprende menos porque las opiniones positivas y negativas sobre esta práctica se basan exactamente en el mismo argumento, o sea, en el de lo " apto para el niño".

2. LOS JUICIOS OPUESTOS SOBRE LA PRACTICA INFANTIL DE ALTO NIVEL

Con esto llegamos al segundo punto.

"Deporte infantil de alto nivel: ¿placer o esclavitud?", Éste es el título que un entrenador y profesor de Educación Física puso a un trabajo suyo sobre el problema. "Alegría y tristeza en el deporte infantil", es el título de un libro sobre el mismo tema, escrito por un psicólogo norteamericano.

Alegría y esclavitud, tristeza o felicidad, impedimento o ayuda: todas estas expresiones ilustran los lados opuestos de muchos puntos de vista manifestados en los últimos años sobre este tema.

"El trabajo infantil debería ser abolido". Es uno de los llamamientos lanzados por quienes, por razones de principio, rechazan la práctica de los deportes de alto nivel por parte de los niños.

El deporte de alto nivel no les permitiría a los niños ser niños; violaría el derechos de ellos a la infancia y la adolescencia, no guardaría consideración hacia sus necesidades reales, pondría en peligro su futuro, los manipularía, agobiándoles con el peso, inadecuado para el niño, de la práctica del deporte de alto nivel, abandonándolos a una situación propia del mundo de los adultos, y los sometería al "super-stress del entrenamiento moderno de alto nivel".

Así, a los niños se les negarían experiencias importantes, se destruiría su vida familiar, se limitarían sus contactos sociales se perjudicaría su desarrollo. Física, mental e intelectualmente, serían puestos en peligro por el deporte de alto nivel, sometidos al riesgo de la desocialización. El niño quedaría "enredado sin esperanza en una red de atenciones que se torna cada vez más estrecha".

Se trataría de un sistema total sin vía de salida" o de un tipo de "institución total" como lo sostiene B. Crum. La práctica deportiva infantil de alto nivel descuidaría las cualidades propias de la infancia, la necesidad de protección y la necesidad de inocencia y de pureza del niño. Deberían ponerse en primer lugar "el niño y sus necesidades evolutivas" y no "las condiciones para el resultado deportivo". El "récord y las medallas son valores de breve duración", el "sufrimiento precoz de un niño" es un "destino fatalmente duradero".

Los sostenedores afirman claramente lo contrario con exactitud. A través de la práctica de alto nivel, los niños podrían recibir estímulos para desarrollar y formar actitudes positivas en las confrontaciones de la vida. Con una supervisión apropiada no existirían perjuicios.

Los niños sacarían, pues, más provecho de practicar un deporte de alto nivel que de no practicar deporte. Gracias al deporte de alto nivel, el niño puede tener experiencias útiles, que de otro modo no tendría, y puede darse cuenta del derecho que posee de desarrollar sus talentos.

De hecho, si se consideran las capacidades de resistencia y de coordinación , los niños tienen realmente una proporción elevada de entrenabilidad y una gran capacidad de entrenamiento. El desarrollo intelectual unilateral podría evitarse con una justa guía pedagógica y con una oportuna asistencia médica y no deberían temerse perjuicios físicos.

Descuidando estos presupuestos, latentes en el niño, favorables al aprendizaje y al rendimiento (logro), los educadores no cumplirían con su deber, y las consecuencias de esto no podrían obviarse siquiera con un entrenamiento intenso.

Aunque deben imponerse algunas restricciones para regular la organización infantil del deporte de alto nivel, algunas opiniones se basan en la convicción de que la práctica deportiva en niveles elevados tiene efectos positivos sobre la educación y el desarrollo infantiles, con la condición de que el deporte se organice oportunamente, esto es, se organice de modo que sea apto para el niño.

De hecho, ambas opiniones, a favor y en contra, utilizan el mismo argumento:

1. El deporte infantil de alto nivel debe rechazarse para bien del niño, por su salud, porque no es apto para el niño, etc.

2. La práctica infantil de alto nivel está justificada también desde el punto de vista educativo, si se organiza de modo tal que se adapte al niño.

Es natural preguntarse qué se pretende con "apto para el niño", y cómo se determina este concepto en este contexto. Es el problema que trataremos en el punto tercero.

3. EL PROBLEMA DE LO QUE ES APTO PARA EL NIÑO

Debemos preguntamos qué es la "naturaleza" del niño o la infancia y la adolescencia. A propósito, citaremos las investigaciones llevadas a cabo en diversas disciplinas. Contrariamente a la tesis de Rousseau, que sostenía que se crean las condiciones para el desarrollo de la naturaleza innata del niño, los principales educadores europeos del siglo XIX, enseñaron que la "naturaleza" innata del niño no existe.

El principio de Rousseau de permitirle al niño que crezca según las leyes de su naturaleza interna aún no formada, está integrado por el principio de dirigirlo y guiarlo. Asimismo, los estudiosos de la antropología cultural y los historiadores sociales demostraron que la "naturaleza" del niño no existe.

Este desde el comienzo es modelado por su ambiente cultural y social. Esto no quiere decir solamente que, desde el nacimiento, es sometido a influencias sociales y culturales (o sea, es socializado) de muchos factores que no promueven el desarrollo, sino que incluso lo pueden retrasar. Sino que quiere decir que la dirección y la fuerza de estas influencias son determinadas por el concepto de infancia y por el modo de interpretar la naturaleza del niño, que pueden variar notablemente, y las investigaciones citadas nos muestran qué consecuencias diversas son las que derivan.

En ellas no sólo vemos el amor materno las atenciones de los padres, la familia como refugio protector, sino también las expectativas y exigencias hacia el niño y qué eran obligados a hacer. Individualizamos la pobreza, la disciplina, los castigos, los malos tratos a los que eran sometidos los niños, incluso hasta causarles la muerte.

Descubrirnos el trabajo infantil en las minas, la explotación y la prostitución infantiles. Estas mismas investigaciones nos dicen que los niños estaban en condiciones de seguir las mismas actividades de los mayores.

A los niños se los consideraba adultos en miniatura, se los trataba como tales, y ellos mismos, en muchos aspectos, se comportaban como adultos. La infancia vista como un segmento particular e independiente del desarrollo humano, vulnerable y, por lo tanto, que debía ser protegida, es un descubriiéiento y una "invención" relativamente reciente.

Sin embargo, la infancia no es sólo una "invención". También es una gran adquisición cultural y educativa.

En este punto, surge un problema que tiene muchas consecuencias para nuestra discusión, o sea, la relatividad cultural de las interpretaciones del niño, de la infancia y de lo que es apto para el niño. El concepto de infancia está culturahnente determinado, y es normal que los problemas educativos cambien según las culturas.

Por ejemplo, hay diferencias entre culturas en las que la transición de la infancia al mundo de los adultos llega armónicamente y aquellas en las que no hay infancia en el verdadero sentido de la palabra, porque los niños, ya en edad muy precoz, se integran a la actividad laboral, deben ganarse la vida, y donde el trabajo frecuente es una obligación.

En este caso, los deportes infantiles de alto nivel no serían tema de conversación. Lo son solamente cuando aquel fenómeno, relativamente homogéneo en el plano intemacional que es la práctica deportiva infantil de alto nivel, con sus principios de racionalidad, economía y competición, coincide y choca con un concepto de la infancia culturalmente específico. Así podemos dar a los problemas soluciones culturales y no generales, y tales soluciones pueden cambiar.

Por otra parte, para juzgar al niño en relación con la esfera cultural, debemos conocer las opiniones de los grandes educadores, de Rousseau a Pestalozzi, de Montessori a Korczak, y la de los psicólogos de la edad evolutiva. Dicho esto, recordamos que los niños tienen derecho a su mundo y, en consecuencia, tienen necesidad de protección; que las reglas y las exigencias del mundo de los adultos no pueden, o al menos, sólo pueden lifnitadamente, aplicarse a los niños. Es necesario que éstos tengan el espacio para un libre desarrollo de su talento y de su capacidad, y tal espacio debe estar protegido contra toda influencia que tienda a restringirlo.

Los niños tienen el derecho de desarrollar sus dotes, deben ser tratados como seres complejos, a los cuales no se les puede dar una educación unilateral.

Corresponde prepararlos para su papel de adultos en la comunidad y en la cultura. Esto no quiere decir, y las comprobaciones históricas lo prueban, que los niños no puedan soportar una presión intensa o satisfacer exigencias y obtener resultados de alto nivel.

Sin embargo, desde un punto de vista educativo, el problema es si deben soportar cuanto pueden soportar, obtener lo que pueden obtener, si este resultado es verdaderamente importante para ellos y, por lo tanto, si desde el punto de vista pedagógico vale la pena luchar para obtenerlo.

Visto de este modo, una ligera presión, por ejemplo, podría no ser perjudicial para el niño, pero no quiere decir que eso sea de augurar desde un punto de vista educativo. En otros términos, no debería permitirse explotar al niño, simplemente para obtener el mejoramiento de los resultados deportivos.

Desde este punto de vista, nuestra responsabilidad de educadores no puede consistir en optimizar los resultados, sino, en primer lugar, en asegurar el futuro del niño y en garantizarle una infancia feliz. Esto quiere decir garantizar una educación completa que evite la superespecialización, limitando inútilmente sus elecciones futuras y crear condiciones óptimas para adquirir experiencias, desarrollar independencia confianza en sí mismo, y autodeterminación. Ni debemos olvidar que tampoco debe quedar en zaga un sano desarrollo físico.

Esto podría significar que la práctica del deporte de alto nivel para los niños debería organizarse de manera particular, aunque no debería permitirse a los niños el acceso a este tipo de deporte. En todo caso, la decisión es de tipo normativo, o sea, se basa en un particular concepto de la infancia y se sostiene con argumentos, exigencias y valores que, por una parte es posible que deriven de la necesidad y de los objetivos del deporte, y también de los deportes de alto nivel, como parte de nuestra cultura y de la sociedad, pero por otra parte son determinados decisivamente por nuestro concepto acerca de la infancia y de lo que es apto para el niño.

Estamos así en el cuarto punto.

4. LA DOBLE TAREA DEL EDUCADOR

Como dijimos, los objetivos de los deportes de alto nivel no son primariamente educativos. El deporte infantil de alto nivel no se desarrolló como medio pedagógico para la educación de los niños. Su interés es, ante todo, perpetuar el deporte de alto nivel de los adultos, a través de un constante mejoramiento de los resultados y de tener destacada actuación en las competiciones deportivas internacionales,

Ninguno de estos es un objetivo pedagógico, ni son objetivos por los cuales los niños puedan empeñarse por propia iniciativa. Los objetivos de los niños son, ante todo jugar, moverse, satisfacer la propia curiosidad. Otro objetivo es crecer y realizarse, pero no necesariamente siguiendo un camino planificado a largo plazo y vigilado atentamente.

Así, visto a la luz de las condiciones y de las exigencias del deporte de alto nivel, este tipo de práctica no está en relación directa con el niño, sino que es algo con lo cual el niño se familiariza a través del adulto. Por este motivo, los niños son impedidos, y también forzados, a trabajar según las condiciones de los adultos, a participar en competiciones organizadas según reglas concebidas por los adultos. Y para obtener resultados elevados, su ambiente familiar y social debe organizarse de modo particular.

Con frecuencia, entrenadores, padres y dirigentes ejercen presiones sobre sus niños. Pero los problemas conexos de la práctica del deporte dealto nivel no pesan del mismo modo sobre todos los niños. Las estructuras y las condiciones especiales del deporte de alto nivel pueden verdaderamente tener una influencia educativa, como así también los principios de la competitividad y del resultado.

El alcance y la dirección de estos efectos dependen siempre de cómo se integra el niño en su familia y en el ambiente social que lo circunda y varían según las condiciones Comunitarias y sociales.

En efecto, se expresarán juicios diferentes en el caso en el cual la actividad de alto nivel represente para el niño un camino para mejorar su posición social o para desarrollar de manera selectiva sus talentos particulares, y en la situación en la que el niño se halla cambiando un ambiente familiar estimulante con el de una escuela deportiva que lo es mucho menos.

Si el problema se afronta desde el punto de vista educativo, no podemos dar una respuesta

definitiva a la pregunta sobre cuán perjudicial sea el deporte infantil de alto nivel. Ni la responsabilidad que tenemos como educadores para el desarrollo y el futuro del niño, ni nuestro concepto sobre la infancia nos permiten juicios definitivos al respecto.

No podernos afirmar que la actividad deportiva de alto nivel sea fundanlentalmente perjudicial, pero, no obstante, no podemos absorverla. Los objetivos (no educativos) de los deportes de alto nivel no excluyen por completo consideraciones de tipo educativo, incluso pueden orientarse hacia ellas, pero siempre y cuando no entren en conflicto.

Por otra parte, es indudable que las ideas pedagógicas que sostienen el concepto normativo de "apto para el niño" chocan normalmente con el interés del mejoramiento del rendimiento deportivo y, para algunos aspectos, no son del todo incompatibles con él.

Cuando en el platillo de la balanza, de un lado se pone el interés del mejoramiento del rendimiento, y del otro el de la educación, para el educador debe ser Prioritario el argumento normativo-educativo.

Aunque la naturaleza del deporte de alto nivel no sea tal que nos permita decir sin reservas que toda forma de actividad deportiva de este tipo es perjudicial, porque no es apta para las condiciones propias de la vida del niño y, por lo tanto, va en detrimento de su educación y de su desarrollo, sin embargo no podemos ocultar que las actuales restricciones y los riesgos a largo plazo conectados con ella son mayores que sus aspectos positivos.

Aunque estas restricciones y estos peligros pudieran atenuarse, de modo que no se perjudique al niño o, por lo menos, se reduzcan al mínimo los perjuicios posibles, no hay todavía razones pedagógicas suficientes (pero, con seguridad, hay otras razones, como lo son las nacionales) por las que los niños se compliquen en el sistema del deporte de alto nivel, de modo tal que se satisfaga el objetivo del sistema que es el del m:kximo mejoramiento de los rendimientos.

Un juicio que no rechaza de manera categórica toda forma de deporte de alto nivel no debe, naturalmente, considerarse una declaración de aprobación de un punto de vista educativo. No existen justificaciones puramente pedagógicas para la actividad deportiva infantil de alto nivel. Esto no quiere decir, sin embargo, que, de este modo, los niños incluidos en esta actividad hayan de ser excluidos de nuestra responsabilidad de educadores.

De manera que el educador tiene la responsabilidad del desarrollo infantil, y, si es necesario, debe contribuir a crear las condiciones apropiadas, para los niños que practican un deporte de alto nivel .

Sin embargo, éste es sólo un aspecto de la reflexión pedagógica y contempla la aplicación práctica de la responsabilidad educativa. El otro aspecto sigue una línea distinta de argumentación. Puesto que comúnmente se acepta que los deportes de alto nivel sean sostenidos por el público por diversas razones y se realizan esfuerzos para su ulterior desarrollo como parte de la vida cultural, es justo (y también lógico desde un punto de vista educativo) empeñarse en cambiar las reglas de competición en los tipos de deportes en los que están incluidos niños, de modo tal que éstos, desde luego, no puedan participar en estos deportes, de esta forma se evita una especialización precoz.

Los profesores de Educación Física deben hacer cuanto esté en su poder para cambiar las condiciones de los niños que participan en la actividad deportiva dé alto nivel, de modo que no se perjudiquen en absoluto.

No es el rendimiento como tal el que constituiráun problema para el niño, sino más bien el hecho de introducirlo en un sistema cuya estructura no le conviene. Por lo tanto, ésta no es una argumentación en contra del deporte de alto nivel sino una argumentación en defensa de la infancia.

El argumento pedagógico lleva a dos conclusiones ambivalentes:

1.- No hay razones estrictamente educativas que impulsen a sostener el deporte infantil de alto nivel; además, desde un punto de vista educativo son muchas las razones para estai en contra (y para solicitar una modificación de los reglamentos).

2. Si no es posible, o todavía no lo es, cambiar los reglamentos, debemos asumir nuestra responsabilidad de educadores respecto de los.niños que practican deporte de alto nivel. Esta responsabilidad no puede dividirse y no podemos contentarnos solamente con rechazar por principi o el deporte infantil de alto nivel.

Para concluir, expondremos las consecuencias derivadas de estas dos afirmaciones.

5. CONSECUENCIAS Y CONSIDERACIONES FINALES

Para su desarrollo y su educación, el niño tiene necesidad de diversas experiencias educativas, insustituibles. Entre éstas, las vinculadas con el triunfo y con el rendimiento (logro), como la experiencia de la competición, el esfuerzo de participar, la tensión de la victoria y de la derrota. Pero para concretar estas experiencias, muy importantes desde el punto de vista educativo, no es necesario que los niños sean incluidos en la práctica de alto nivel de los diversos deportes. Basta que practiquen deporte en el ámbito de una situación, como la que, comúnmente, llamamos deporte competitivo.

Asimismo, el niño lucha para triunfar, se entrena, participa en las competiciones y debe aprender a afrontar victorias y derrotas. Pero no en las condiciones del deporte de alto nivel. Y, sobre todo, no con las consecuencias que resultan difíciles también para los adultos; porque sólo la victoria cuenta realmente y el principio aceptado es determinar el mejor y obtener 12 mejor en absoluto.

Este principio no toma en consideración si esto puede ser oportuno para el niño. Mientras sean niños, éstos deberán practicar el deporte en un ambiente seguro, que sea parte integrante de su vida. Esta práctica deportiva puede también orientarse hacia el rendimiento, y si los niños tienen el talento necesario, puede también dirigirse, a largo plazo, hacia resultados de alto nivel. La primera medida consiste en cambiar los reglamentos, de modo que al niño no se lo someta al agobio que acompaña al deporte de alto nivel.

Empero, si las reglas no pueden cambiarse, lo cual no puede ocurrir de repente, los niños que practican un deporte de alto nivel no deberían ser excluidos de nuestra responsabilidad de educadores. Para esto debemos obrar de modo que en la organización de su deporte se tengan en consideración, por lo menos, ciertos criterios.

Podemos citar estos:

-Puesto que el niño es un ser en desarrollo, particularmente vulnerable, el interés por un rendimiento deportivo elevado debe integrarse sea como fuere con el del desarrollo total del niño.

-Nuestras responsabilidades hacia el presente y el futuro del niño exigen que el desarrouo físico, su crecimiento y su salud no se perjudiquen con el agobio del entrenamiento y de la competición.Con seguridad, el hecho de ejercer una superprotección es negativo para el desarrollo infantil. Pero un agobio, que puede perjudicar la salud, es siempre injustificable, aunque de esta manera se alcancen algunos objetivos, se desarrollen algunos requisitos para los rendimientos y se exploten plenamente las potencialidades del aprendizaje.-

-Condénase y es absolutamente injustfflcable interferir en el crecirnietuo del niño con el uso de productos medicinales.

-En bien del desarrollo físico completo y también considerando el hecho de que muchos tipos de deporte individual no contienen los estímulos motores necesarios para un sano desarrollo del niño, debe evitarse una especialización precoz y unilateral en los deportes individuales, en las disciplinas deportivas y en las habilidades técnicas. Concentrarse en un solo deporte no debería impedir al niño que disfrute de una variedad de juegos yexperiencias motoras, necesarias para un desarrollo completo.

-El desarrollo intelectual del niño, particularmente evidente en su carrera escolar, no debe ser perjudicado permanentemente por el deporte de alto nivel. En efecto, es tan importante para su futuro que no se lo puede descuidar.

-A pesar del cansancio y del consumo de tiempo que implica la actividad de alto nivel, el niño debe poder tener todavía el tiempo suficiente para desarrollar otros intereses.

-El deporte no debe ser la única actividad desarrollada en su tiempo libre. Sus jornadas no deberían estar solamente colmadas de deporte y obligaciones escolares, y sus fines de semana nodeberían dedicarse solamente a competiciones y entrenamientos.

-El niño debe desarrollar relaciones sociales y debe estar en condiciones de tener y mantener amistades fuera del ambiente deportivo.

-También en el deporte de alto nivel es necesario enseñar al niño a actuar independientemente y no sólo bajo las órdenes de otro. La autodeterminación es un importante objetivo deportivo. Esto quiere decir también que el niño debe aprender cómo comportarse incluso en caso de derrotas, inevitables en el deporte de alto nivel, y a evaluar correctamen, te sus triunfos.

Su entusiasmo por el deporte debe ser mantenido y no sofocado por las presiones externas. La imagen de un niño que llora no condice verdaderamente con el deporte.

-Los niños deben ser protegidos respecto de los padres opresivos, los entrenadores ambiciosos, los egoísmos de los dirigentes y las presiones de las expectativas del público.

Alguien observará que con estas limitaciones, la práctica, deportiva de alto nivel es irnposible. En efecto, es probable que el niño no logre resultados deportivos que habría podido obtener con más reglas, más presiones, más disciplina. Pero este es propiamente el precio de nuestra responsabilidad de educadores en el deporte de alto nivel.

El problema del deporte infantil de alto nivel es también el problema del significado del deporte y del hecho de distinguir entre lo que es sensato y lo que es absurdo.

Las victorias y los récords no son el significado más profundo del deporte, como en lugar de ello lo son el enriquecimiento, la satisfacción y el perfeccionamiento de sí mismos que acompañan al deporte de alto nivel.

La integración del niño en el sistema del deporte de alto nivel y sus condiciones no concuerdan con este sentido del deporte, puesto que los niños no deberían marchar ni ser impulsados más allá de sus posibilidades de rendimiento.

Es mejor, y educativamente más irnportante, que su vida sea una vida plena. Si su participación en la actividad deportiva de alto nivel es inevitable, es necesario que en este período se desarrollen las condiciones de su futuro.

Pero es mejor y es más auspicioso que los niños que tienen talento deportivo sean preparados, sobre una base a largo plazo, para una actividad deportiva de alto nivel que pueda desarrollarse completamente en los años sucesivos, y que, por lo tanto, pueda ser desarrollada por adultos maduros.

(Artículo traducido de la revista italiana "Revista di Cultura Sportiva" - Recopilación realizada por la Edit.Stadium , año 21 Nº 126)